Arte urbano en Zaragoza

Los pinceles y espráis no entienden de edad

Los niños del colegio de Rosales idean y ayudan a pintar un gran mural en blanco en el barrio

Rosales del Canal, uno de los barrios más jóvenes (en trayectoria y población) de la capital aragonesa, tenía un gran lienzo en blanco y muchas ganas de darle color. Se trata del muro que cierra el edificio público de la calle Granados, donde los vecinos esperan se acabe abriendo el ansiado centro cívico, que el pasado fin de semana cambió radicalmente de cara para convertirse en una gran atracción del distrito.

La iniciativa de dotar de vida al espacio nació en el colegio Rosales del Canal. Los alumnos de sexto de Primaria estudiaban las bases del arte moderno cuando descubrieron el trabajo de los creadores urbanos, lo que les llevó a plantear la propuesta. No tardó en fraguar. La asociación de vecinos Entrelagos tomó el testigo y comenzó a hacer las gestiones de la mano de la Junta de Distrito.

"Los propios niños nos escribieron una carta -en inglés- comentando su idea, que nos pareció buenísima" explica Óscar Dea, vocal de la organización vecinal. La propuesta inicial contemplaba la instalación de una pizarra gigante para que todos los chavales pudieran plasmar sus propios trazos, algo que se respetará en la intervención definitiva.

Aunque la pieza central es otra. "Hablamos con los responsables del Festival Asalto -apunta Dea-, que desde el principio se prestaron a colaborar. Ellos nos pusieron en contacto con la artista local Harsa (Arantxa Recio) y participaron en una charla en el colegio en la que explicaron su labor".

Luego llegó el momento de dar rienda suelta a la imaginación y los niños de Rosales colorearon sus propios dibujos, que hicieron llegar a Harsa para que los reinterpretase y así pudiera dar forma al boceto definitivo.

La artista, tras revisar el material, se mostró entusiasmada: "Hay cosas muy chulas, tienen una gran imaginación y sus mensajes son muy positivos, con muy buen rollo". La reinterpretación de los dibujos tiene, claro, el estilo de la zaragozana, que así define: "Tengo una iconografía muy característica, con personajes de un mundo onírico que se repiten".

Ella fue la encargada de plasmar el pasado viernes los bosquejos del mural, que fueron coloreados al día siguiente por todos aquellos colegiales y vecinos que se quisieron acercar (los niños del colegio improvisaron un buzoneo para que nadie se quedara en casa). Un ejemplo perfecto de que los pinceles y espráis no entienden de edad.



Las fases del proyecto

Rosales del Canal tenía un gran muro en blanco cerrando un edificio público. Un lienzo ideal para dar rienda suelta a la imaginación…
desde 2006
Los alumnos de sexto de primaria del colegio de Rosales del Canal estudian el arte moderno y se les ocurre una gran idea...
Abril 2016
La asociación de vecinos recibe una carta de los niños: ¡Queremos dar color a ese espacio con una gran intervención artística!
Abril 2016
Los vecinos, de la mano de la Junta de Distrito, contactan con la artista local ‘Harsa’ a través de los responsables del Festival Asalto.
Mayo 2016
Los niños trasladan sus bocetos a ‘Harsa’, que los reinterpreta bajo su estilo y plasma en un diseño definitivo.
Junio 2016
El viernes se empieza a trabajar sobre el mural. La artista traza las líneas maestras.
Julio 2016
Al día siguiente, el barrio se vuelca para colorear el trabajo.
Julio 2016




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Zaragoza, capital del arte urbano

Una ciudad donde el arte se sube por las paredes

En Las Armas, el nuevo corazón artístico de Zaragoza, Alfredo, Isabel, Luis y Sergio insuflan una renovada corriente cultural en las venas de la ciudad, en especial, en sus calles más deterioradas. Son los responsables del Festival Asalto, y han encontrado la fórmula perfecta. Donde antes había degradación o malestar vecinal por el vandalismo de graffiti, ahora hay expresión artística, recuperación urbanística y reconocimiento internacional.

Son los principales culpables -aunque no los únicos-, de haber situado a la capital aragonesa como referente mundial del arte urbano, un creciente polo de atracción para una ciudad necesitada de nuevos estímulos. Ya nadie se extraña de los turistas, mapa en mano, siguiendo la ruta de los murales y fotografiando las intervenciones que jalonan las paredes más recónditas.

“Es algo normal, yo he ido a Berlín a ver murales y habré visto diez, aquí tengo 75 solo en el Casco Histórico”, apunta Luis García, quien reconoce que “en Europa hay ciudades con una cantidad y calidad similar a Zaragoza, pero no en España”.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? El Festival Internacional de Arte Urbano Asalto de Zaragoza, que reúne cada septiembre desde hace una década a los mejores artistas del mundo para intervenir en paredes, edificios y solares de la ciudad, “nació de manera muy natural, espontánea”, recuerda Alfredo Martínez. Fue tras la participación de Luis y Sergio en el Festival En la frontera de 2004.

“Aquella intervención consistió en que cada uno iba a una valla publicitaria y ponía lo que quería. Fue un pastiche, en un momento de eclosión del ‘street art', por lo que llamó mucho la atención.

De una conversación informal surgió la oportunidad de presentar un proyecto al Ayuntamiento para hacer algo que solo fuera de arte urbano”, relata Alfredo.

Luis recuerda que “aquellos años fueron la explosión del ‘street art’, Banksy, los ‘stickers, las plantillas… Zaragoza siempre ha sido muy grafitera y muy vinculada al Hip Hop”. Por ahí llegaron los primeros choques. “La crítica era de los de dentro. Llevamos muchos años en el arte urbano, pero no venimos del graffiti puro y duro. Los primeros años éramos unos ‘outsiders’ y éramos peligrosos, porque estábamos consiguiendo espacios que ellos no podían conseguir”, explica.

Aún hoy, lejos de los niveles de vandalismo de los 90, las brigadas de limpieza del Ayuntamiento de Zaragoza eliminan unos 15.000 grafftis al año, gracias a partidas de dinero público que rondan los 150.000 euros anuales. Son caminos diferentes: el de la pintura callejera -principalmente con spray- vinculada a la rebeldía contra la autoridad pública, frente a aquellos que utilizan la ciudad como lienzo tras su formación académica artística. Pero en algún momento han llegado a cruzarse.

“Sería raro -puntualiza Luis-, que la filosofía del vandalismo comulgara al 100% con Asalto. Aunque nos gustan, siempre hemos defendido que no es un festival de graffiti, pero sí hemos llegado a algunas comuniones, han participado grafiteros de la ciudad, y hemos traído a Zaragoza a gente muy respetada por el mundo del graffiti”. Además, con el paso del tiempo, no pocos deciden dar el paso y acaban en la órbita del mural artístico porque, salvo excepciones, “los grafiteros de 40 años ya no se pueden dedicar a saltar trenes y correr delante de la policía”.

Sentimiento de pertenencia

En cualquier caso, el auge e influencia actual del arte urbano de Zaragoza es incontestable. Incluso medible. Se podría, por ejemplo, cuantificar el número de personas que guardaron fila para recoger un pedazo de mural que una constructora iba a derribar para levantar un edificio de viviendas. Quién lo iba a decir hace unos años. “El éxito de Asalto es el vínculo que se ha conseguido con la ciudad y con los zaragozanos”, señala Luis, quien recuerda que con aquel famoso ‘Porque sueño, no estoy loco’ de Boa Mistura, “se montó una gran fila para coger un trozo de pared, y eso habla del sentimiento de propiedad que se ha generado”.

Pero además del vínculo emocional que se crea con los zaragozanos, destaca el valor patrimonial y urbanístico de su labor, que pone su punto de mira en lo que el arquitecto Marc Augé denominó como los ‘no lugares’. “Sin darnos cuenta empezamos a trabajar en sitios destrozados porque pensamos que sería más fácil que nos dieran permiso. En el Casco hay muchos de estos espacios y vimos que gracias a nosotros el solar no solo se pinta, también se limpia, se respeta, se le da visibilidad”, comenta Luis.

Por último, y no menos importante, la ciudad se ha convertido en un referente de esta especialidad artística y en un foco de atracción turística, que incluso ha llevado a crear rutas y mapas para los visitantes. Aunque todavía queda mucho por hacer.

Porque se trata de una corriente que hasta la fecha “se ha infrautilizado” por parte de las empresas, las instituciones y el sector turístico. “Este año se visibilizó Asaltó en Fitur, pero fue solo la puntita de un iceberg que no solo es la explotación turística sino la definición del carácter cultural que tiene Zaragoza, ese es el gran valor, no solo que venga gente, o el número de murales”, concluye Alfredo.



Ruta de murales en Zaragoza

Boa Mistura: “La pintura mural tiene un poder transformador muy potente”

Diego Vicente San Segundo es zaragozano e integrante del equipo de Boa Mistura, uno de los colectivos de arte urbano más reconocidos de España y con trabajos a nivel internacional.

El zaragozano Diego Vicente, a la izquierda, junto a sus cuatro compañeros de Boa Mistura

Hace unos meses se retiró un mural de Boa Mistura de la plaza del Pilar y no poca gente se preocupó de llevarse un pedazo a casa. ¿Es un reflejo del buen momento que atraviesa el arte urbano?

Sin duda. El arte urbano no lleva toda la vida en las calles, es un movimiento todavía emergente y situaciones como la que comentas permiten medir la influencia que puede llegar a tener sobre las personas. Es una muestra de la capacidad que tienen este tipo de intervenciones para transformar la ciudad y llegar al corazón de mucha gente. Murales como el de la plaza del Pilar forman parte del paisaje urbano, es la frase que lees todos los días de camino al trabajo, el punto de reunión con tus amigos o el sitio donde quedaste con tu chica o chico por primera vez. Resulta increíble ver cómo los ciudadanos lo hacen suyo y lo cuidan y respetan como tal. Para Boa Mistura fue todo un orgullo aquella movilización.

Hasta hace poco tiempo era complicado encontrar intervenciones artísticas en las calles de Zaragoza. ¿Qué ha cambiado para que sean cada vez más comunes y aceptadas?

Es el resultado de un trabajo bien hecho. En Zaragoza siempre ha habido buenos artistas, gente con inquietudes y ganas de hacer cosas. El problema es cuando pones barreras a la gente y no les dejas desarrollar su trabajo. El cambio llega cuando alguien canaliza todo este impulso a través de eventos como Festival Asalto y abre una puerta de entendimiento entre el arte urbano y la ciudadanía. A día de hoy, la mayor parte de la ciudad entiende el arte urbano como algo beneficioso que dota a Zaragoza de un interés cultural más.

¿Qué aporta un mural a una zona degradada? ¿Influye en el ánimo de quienes pasan a diario por delante?

La pintura mural tiene un poder transformador muy potente. Una zona degradada puede pasar a ser un parque o una zona agradable por la que pasear con sólo un cambio de color. Al final se trata de una expresión artística y, como tal, tiene el poder de influir en el ánimo del viandante. El arte, a lo largo de la historia, siempre ha influido sobre las personas. Y en el caso del arte urbano es lo mismo, con la diferencia de que llegas a muchas más personas que metido en una sala de museo.

¿Está Zaragoza a la vanguardia o aún le queda recorrido dentro del arte urbano?

Espero que todavía le quede mucho recorrido, pero sin duda está muy por delante de otras ciudades de España. Cuando viajas a otras ciudades, la gente conoce Zaragoza por sus murales y por todo el movimiento artístico que se ha venido desarrollando durante estos últimos años. Esto, como maño, es un orgullo. Que alguien esté al otro lado del mundo y lleve un mural que hay en tu ciudad como fondo de pantalla del móvil es síntoma de que se están haciendo las cosas bien.

¿Y otras ciudades españolas como Madrid o Barcelona?

Respecto a Madrid o Barcelona, es verdad que van ocurriendo cosas y cada vez puedes ver más intervenciones artísticas en las calles. Aun así, todavía les queda mucho. Siendo las dos ciudades más grandes, cabría esperar algo más de inversión y facilidades a la cultura. Sobre todo Madrid, donde hasta hace bien poco era prácticamente imposible desarrollar ningún tipo de proyecto artístico sobre el espacio público.

¿Qué países deberían servir de espejo?

En Latinoamérica hay varios ejemplos de cómo apostar por el arte urbano como forma de cambio: Colombia, México, Chile, Brasil… También otros países como Alemania, Portugal o Polonia, donde hacen de la ciudad una enorme galería de lujo en la que el viandante puede relacionarse día a día con estas obras.

¿Cómo se valora en el mundillo la puesta en marcha del Festival Asalto?

En mi opinión, sólo tiene una valoración y es positiva. Festival Asalto ha hecho de Zaragoza un sitio referente del arte urbano, al que a estas alturas, cualquier artista, de la talla que sea, quiere venir a participar. La organización es espectacular, el trato con los artistas es inmejorable y eso se nota. La gente que participa se siente como en casa y sólo piensa en repetir.

Boa Mistura es uno de los colectivos artísticos más reconocidos del país, ¿cuál es su aportación a Zaragoza?

Boa Mistura ha participado varias veces en el festival Asalto. Incluso antes de que estuviera yo en el equipo siempre han dicho que en Zaragoza se sienten como en casa. Su aportación a día de hoy en la ciudad es la de un mural en Las Armas titulado ‘Undying Love’; otro muy pequeño en el gancho que dice ‘Piensa con el corazón’; uno anterior, ‘Technologia omnipotens regnat’, en calle de Santiago; y otro en el parque Pignatelli.

¿La sintonía con las instituciones suele ser buena o se siguen encontrando trabas? ¿Se ofrecen espacios suficientes para trabajar?

Supongo que depende de la institución y las personas que trabajen en ella. Normalmente, de todas las cosas que hace falta reunir para realizar un proyecto en un espacio público, la más complicada son los permisos y la cesión del espacio. Eso es síntoma de que la cultura todavía no cuenta con las facilidades suficientes.